Por qué me preocupo por todo
Qué es la preocupación
Es aquella intranquilidad, inquietud o miedo que se le despierta a una persona frente a algo.
Todos pasamos o vivimos alguna preocupación ya que implica una cuestión a resolver. El problema es cuando esta es excesiva y afecta a la adaptación a la vida diaria y al bienestar emocional.
La ansiedad no es un buen aliado de la preocupación y a su vez podrían confundirse al ser la incertidumbre lo que caracteriza a ambas.
Lo más saludable frente a una preocupación es plantear objetivos para resolverla y así afrontarla.
Otro problema que puede surgir cuando una persona se preocupa en exceso es que deja de establecer un orden de gravedad, es decir, todo toma la misma dimensión, deja de discernir que cosas son realmente importantes de resolver y cuáles no.
Contras de una persona preocupada
En exceso se traducen a síntomas físicos y cognitivos. A saber:
- Dolor de cabeza
- Falta de concentración
- Problemas con el sueño
- Fatiga
- Ansiedad
- Depresión
- Dolor de pecho
- Desorden en la alimentación
- Pensamientos intrusivos (que pueden convertirse en obsesiones)
- Pérdida de concentración
- Problemas sociales y/o familiares
- Estrés
Cómo evitar o reducir la preocupación
- Discernir entre lo urgente, importante o posible de postergar
- Desconectar un momento, respirar profundo, buscar una distracción
- Ver el problema con objetividad (a mayor atención al problema, más grande parece)
- Piensa en ti, en que te genera satisfacción y ve hacia ello.
- Intenta cambiar pensamientos negativos por positivos
- Habla con alguien de tu confianza, seguramente te permita ver el problema de una manera más real y solucionable.
- Planifica una resolución, escríbela. Al plasmarla por escrito seguramente parezca de menor gravedad a lo que tus pensamientos indican.
Conclusiones
La preocupación forma parte de nuestra vida diaria, vivimos resolviendo problemas (pequeños, medianos y grandes). La cuestión es no hacer de cada uno de ellos una dificultad gigante así evitamos la angustia que se puede despertar frente a tantas cuestiones a resolver.
El vivir despreocupado tampoco es sano, podría tratarse de cierta inmadurez o falta de proyectos. Lo óptimo sería un equilibrio para lograr estabilidad emocional y evitar malestar, nerviosismo o desazón que genera el extremo que lleva a la preocupación excesiva.